«If you wanna throw another fuckin’ bottle, we were fuckin’ go home» Guns N’ Roses Santiago 1992, una historia para recordar.

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02 de diciembre de 1992. Estadio Nacional de Santiago. Que hueá más bacán.

Era otra época, es verdad. Cuando el Nacional se llenaba con casi cualquier artista. Pero también, cuando nadie tenía en su agenda de tour pasar por Santiago. Cuando con cuea venía Cindy Lauper o UB40. En pleno 1992, cuando era la banda más importante y peligrosa del planeta, Guns N’ Roses tenía a todos chasconeándose y vueltos monos escuchando You Could be Mine («Hasta la vista, baby», con The Terminator Schwarzenegger incluído…) y lloriqueando piola con la cebollera Don’t Cry, elantesflacoydespuésgordoyahoranotangordo Axl, Slash y su manga de insanos llegaron a esta larga y angosta faja de tierra a dejar la cagá. Y lo hicieron. Con cuática, en su estilo. No pasaron piola, obvio. Venían de un concierto con mil atados en Bogotá, y desde que llegaron a Santiago tenían a todo el mundo pendiente de ellos. Eran LA BANDA DEL MINUTO EN EL PLANETA, cachan esa hueá? Y todo daba lo mismo, porque solo quería verlos. Ir a un megaconcierto como ese, en esa época, no era como hoy. Era EL evento del año, y quizás de la década o de la vida, y no se podía faltar. Y para uno que es originario de provincia, más cuático ir aún. Pero fuí. Y hasta el día de hoy agradezco a todos los astros y soles del universo around the world por decir con propiedad y de a deveritas, YOOOOOOOO ESTUVE AHÍ!!!!.

Salí ese día tipo 12 en una micro de recorrido local desde Viña, desde la plaza junto a la estación de trenes del centro. Una 87 de las más pencas que existían en ese minuto, sentado en el pasillo (fuí el último en conseguir lugar en esa chatarra vieja, y como no tenía como quedarme en Santiago, tenía que volver a la Quinta Región apenas terminara el concierto). Mi mochila tenìa dos cajas de jugo de fruta, 6 sandwiches de mantequilla con dulce de membrillo y un par de galletas. Para un hueón con 18 años ya cumplidos y viajando solo, era el aprovisionamiento más perno ever. Lo más transgresor que llevaba era una cajetilla de puchos. No me hueveen, eran otros tiempos. Si hasta fuí con polera blanca. Beck me veía y componía Loser un par de años antes, esa onda. Mi madre hasta el día de hoy jura que yo viajé con un grupo de amigos. Para que cachen el nivel de «aventura» de mi viaje, y lo fan que soy de Slash y cía. Sí, megahueón y megaperno, no insista, ya está claro.

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Sí, 7 lucas por cancha general. No es photoshop…

Llegamos pasadas las 14 horas al Nacional, y obvio, a memorizar donde iba a quedar estacionada la micro, para la vuelta. Todo muy Carmelo style. Hacía mas calor que la cresta, era miércoles en diciembre y no tenía clases en la U. Ya había cualquier chascón afuera del estadio en filas enormes, y se veía que venía para largo la espera. Pero que importaba, era Guns por la cresta!!!! Los señores carabineros, mejor conocidos como pacos por la barra pop, arriba de sus caballos disfrutaban apiñando y apretando a toda la manga de negro y mechas largas, que novedad. Hasta huascazos repartían, de puro hobby y buena onda que eran en esos tiempos. Pero que importaba, era Guns por la cresta!!!!. Me hice de un amigui en el viaje, el único otro hueón que viajaba solo. Pero con todo el caos que había antes de entrar, no lo ví más. Mientras tanto, me tomé una de las cajas de jugo, y con talento delincuencial nivel pro abrí la caja con cuidado, y metí mi cámara de fotos adentro, para que no me la quitaran en la entrada. De esas cámaras larguitas, muy vintage (jajajaja). Tenía la vejiga como zapallo, pero la caja pasó la revisión de entrada, así que valía la pena. Que importaba, era Guns por la cresta!!!!.

Entré tipo 16 a la cancha, y de ahí a esperar. Estaba solo, y sentado en medio de la cancha. No cachaba a nadie. A mi lado, un círculo de como 10 rockers disfrutaba de un caño. Una mina que estaba junto a mí, del grupo aquel, me dice «¿apoyémonos espalda con espalda, para descansar un poco? Cuento corto, terminé como uno más del grupo, compartiendo mi jugo y pancitos, a cambio de sus piteadas, y agregarme a un grupo que hasta el día de hoy ni idea quienes son, pero pasamos el rato echando la talla y viendo pajaritos de colores y cantando Sweet Child O’ Mine como 234762384 veces esa tarde. Hueás de volao, dicen por ahí. Pasamos la tarde mega funny. Pero que importaba, era Guns por la cresta!!!!

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Archivo personal de la previa a Guns en el 92. Yo estuve ahí, CTM!!

Pasaditas recién las 20 horas, salieron los teloneros. Diva, con Alfredo Lewin pre MTV, hizo que nos paráramos y preparáramos la garganta para lo que venía, sin saber cuanto faltaba todavía. Igual fue piola, estirarse después de taaaaanto rato sentados, hacía bien, para que andamos con hueás. Tocaron 40 minutos, y de ahí, todo minuto que avanzaba, era a velocidad de tortuga coja con reumatismo y con dos patas menos. Puta la espera sufrida y larga. No existía ni internet ni youtube todavía, así que no teníamos idea que Axl se las daba de bacancito y salía a la hora que se le antojaba. Como tres horas todos los hueoncitos parados y chiflando pesao para que salieran a tocar luego los Guns. Como si a Axl eso lo hubiera hecho apurarse y salir a cantar. Puta que ilusos e ingenuos eramos, jajajajaja.

Estábamos raja. Choreados. Emputecidos por la espera larga. Hechos mierda. Pero a las 23:45 del 02 de diciembre de 1992, un foco iluminó el escenario, por los parlantes escuchábamos el «From Hollywood, rockeros vio-len-tos, Guns N’ Fuckin’ Roses!!!!» y comenzó a sonar el bajo con que inicia It’s So Easy, y mi #PutaBida cambió forever. Ya, díganme exagerado, cuático, fanático, pasao a raja o lo que quieran. Pero los aproximadamente 62 mil pelotudos que estaban ahí en ese minuto, pueden decir que no es mentira. Fue MA-RA-VI-LLO-SO!!! Todos despertamos del letargo, y nos entregamos a lo que íbamos a ver. A la puta banda más peligrosa del planeta. Fueron casi dos horas, con algunas pausas entremedio, pero en que el grupo nos hizo saltar y vibrar como enajenados. No sólo vimos a lo que íbamos a ver, también aprendimos que puta mierda era un concierto de rock, pero de los de verdad. Y hoy, 24 años después, puedo asegurar que ese día, ese minuto, cambió mi vida. Ni la traductora argentina cartucha que nos doblaba al español las puteadas de Axl por las botellas que caían al escenario, y que casi hacen que todo se fuera a la mierda y se fueran del escenario a mitad del concierto, fueron capaces de opacar la hueá que estabamos viendo. Y que nos tenía megadesquiciados a cagar. Que puto inolvidable montón de canciones pasaron todo ese rato. 18 si quieren el dato wikipediano, da lo mismo cuantas fueron. Pero fue increíble. Emocionante. Inolvidable. Que noche de aprendizaje de que mierda es el rock and roll. Curso intensivo y aprobado con galones a destajo. No ha pasado un miserable día en que no recuerde esa tarde-noche-madrugada, como el momento en que mi vida cambió. Me hice adulto, rockermente hablando. Nada ha superado lo que ví, viví y escuché ese 2-3 de diciembre de 1992. Y creanme que he visto muuuuuchos conciertos, de todo tipo, después de ESE concierto.

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Salosny + Valenzuela en la transmisión de TVN del concierto. Nacional REPLETO. El punto blanco de atrás, soy yo.

Salimos después de las 2:30 am del estadio, después que terminó la última canción. Fuí el último en subirse a la micro (casi la pierdo, ahí si este relato habría sido épico, pero para que mentir, si soy ñoño nerd y no podía ser todo tan loser). Me fuí echado en el pasillo, cagado de frío por el aire que entraba por la puerta de atrás, que no cerraba bien, así que no dormí nada hasta que llegamos a Viña. A las 6:30 en punto, cuando mis viejos se levantaban para ir a la pega, este insano entraba a su casa en Villa Alemana. Lo único que recuerdo, que mi mamá me preguntó «¿Y? ¿Como lo pasaste?». La miré, y sólo pude responder «algún día te responderé, porque todavía no aterrizo. Fue de otro planeta». Subí los 14 peldaños de la escalera y me fuí a mi pieza en el segundo piso. Cerré la puerta, y miré el ticket de la entrada como por media hora, antes de caer rendido y poder dormir. 24 años despuès, sólo le puedo decir a mi madre que aún no puedo responder bien. Sólo se que esa noche cambió mi vida. Lo pasé a toda raja, pero aún no puedo dimensionar cuanto pasó por mis orejas y por mi cabeza ese día. Pero me cambió el switch forever. Quizás el día que muera, antes de apagar la tele, pueda dar una respuesta definitiva. Los volví a ver el 2010 y el 2011, pero aún no supero esa noche de 1992. Y la verdad, no quiero superarla. Quiero seguir disfrutándola hasta que me muera. Si quiere revivir algo de lo que fue esa noche, el concierto está en Spotify, así que pongale play sin pensarlo. Gracias Guns N’ Roses. ¡¡Gracias… por la gran reconchesumadre!!

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«Give me an interpreter… give me an interpreter…» Axl mosqueado a cagar.

Acá el link de Spotify:

Acá el setlist:

http://www.setlist.fm/setlist/guns-n-roses/1992/estadio-nacional-santiago-chile-1bd61918.html